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¿Qué hay detrás del amor, los años y la convivencia? ¿Qué estalla tras los muros de la casa? Pasa
el tiempo, y con él la emoción de los primeros besos. Adentro… Gastom y Mandí es un relato de
la distancia, del encierro, de la vida de dos viejos que permanecen juntos. Juntos: un hábito, la
maduración del temor, un riesgo, la vida entera. Juntos todo el humor profundo. Llorar ya no es
la opción, reír es la forma explícita de alejarse de sí mismo, de mostrase inteligente ante los propios fracasos, de atravesar el silencio y el tedio que repele la unión de los cuerpos.
Quizá, ni son tan viejos, quizá siempre lo fueron o juntos se han envejecido antes de tiempo, a
fuerza de mantenerse cerca -ejercicio de costumbre y mutua dependencia-, permanecen siempre allí, sin salir, solos en casa… ¡En su casa! Esa que en el pasado construyeron en el campo.
Gastom edificó el adentro. Mandí delineó el afuera, y despierta sueña el mar abierto. Ella libre
pensadora, él hábil constructor. Mandí solo piensa al aire libre. Gastom un mecánico de la existencia, a quien intriga la luz eléctrica.
Diariamente, se enfrascan en un diálogo que termina en combate y como en todo aprendizaje,
solo se comprende el sentido en comparación con su contrario: el ama el sótano, ella el altillo.
A él le gusta el encierro, a ella el exterior. Él sale muy poco de su taller, ella, en cambio, disfruta
su jardín. Juntos, comparten hoy un espíritu un poco lento, cansado y arrugado. Su soledad,
solo se ve interrumpida con las predecibles visitas del torpe y sensible Comal, el recadero del
pueblo, quien evoca en ellos la salvación de toda su orfandad.
Cuando solo cincuenta centímetros se convierten en un abismo, compartir la misma cama no es
solo una opción, termina siendo una elección, y con cada día que pasa, la distancia entre el
sótano y el altillo se hace insondable. Su encierro, forjado con el tiempo constituye hoy toda
una decisión. Ante tantos años, tanta costumbre y dependencia, sólo sobreviene el callado
miedo por la ausencia, el final y el forzoso paso del tiempo.
¿Cómo sobrevivir solo en el universo, si mirando atrás, jamás se habitó la soledad?