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En fondo de escenario aparece la figura tímida, casi en penumbra de José, lleva puesto un traje blanco curtido, desgastado, anda descalzo y toca una vieja armónica con la mano derecha mientras avanza sosteniendo en su mano izquierda una maleta de cuero oscuro, cuarteada y polvorienta. Lleva la cabeza abajo, mirando sus pies y cada uno de sus dedos, avanza y vacila, avanza, mira arriba sin dejar de tocar una tonada campesina. Se detiene; en proscenio la luz amarillenta lo cubre ligeramente, descarga con cuidado la maleta, sonríe. Es casi un niño, pero no es un niño, es inocente, pero no es ingenuo.
De manera poética y descarnada esta obra plantea el desplazamiento del hombre rural colombiano, victima del conflicto. Se trata, además, de un homenaje a quienes desde sus limitaciones han hecho frente a la barbarie, revelando una esperanza en si mismos, que logra contagiar el espíritu y convencer a los demás que aun hay una salida frente la guerra, la incomunicación y la desigualdad. “Simplemente José” es también una tragicomedia atrevida en aspectos sensoriales en tiempos de esperanza.