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La historia se cuenta desde el árbol de tamarindo, porque es desde la loma del tamarindo donde se ve todo Medellín y también el barrio. Allí es donde se da la narración de la historia, porque el papá del protagonista recorrió todos esos lugares, los conoció y su hijo también.
Esta es la idea de Ruderico Salazar, nombrar cada uno de los espacios, evocar los recuerdos, contar nuevamente una historia de un lugar de Medellín que no quiere ser olvidado. Este montaje entonces hace una narración de lugares y de personajes con sus apodos porque según indica Salazar “cada uno de los apodos, dice cómo era la personalidad de cada uno de esos sujetos”.
Poco a poco, a través de recuerdos, se llega al punto central de la obra: el recuerdo de un padre que se opuso a que su hijo estudiara artes.
“Los espacios y las acciones de cada episodio son teatralizados por el actor en formas muy divertidas, a partir de imágenes recurrentes en la memoria colectiva de los habitantes de los barrios de las laderas de Medellín. Un autobús destartalado y desenfrenado falda abajo en cuyo interior se amontonan las angustias, las ansiedades y las alegrías colgadas de los tubos rumbo al rebusque del día a día. A partir de los recovecos y de su capacidad actoral cómica, Ruderico va escogiendo al azar los títulos que toma de la metáfora del árbol vital, a la manera de unas crónicas autobiográficas teatralizadas en tono de humor; formato, que por supuesto, aún no ha sido contemplado en las convenciones teatrales canonizadas por la crítica, pero que le sirve al autor para su propósito de recrearse-recreándonos, en una estructura teatral coherente en sí misma y de reflexión profunda para el público. La propuesta se asemeja a las recientes narrativas urbanas que han venido apareciendo en la ciudad, de la hechura de las nuevas agrupaciones y hacedores teatrales; de géneros únicos de la comedia y todos los derivados de ella, tales como la narración oral escénica, los performances y las instalaciones, espectáculos de los cuales la crítica aún no se ocupa”.
Amado Lopera
Actuación: Manuela Muñoz / Viviana Zuluaga y Ruderico Salazar
Iluminación y sonido: Alex Zuleta
Fotografía: Klauss
Realización: Alonso Agudelo
Testimonios: Rosa Alzate y Ema Chalarca (Q.E.P.D)
Duración: 90 minutos